domingo, 12 de noviembre de 2017

El corte nº 6. Vangelis

·         La pieza musical es : "Love theme" de Vangelis       


                     

                No sabemos cómo sonará el futuro. Pero si lo sueñas y se te aparece distópico, oscuro, urbano, multicultural, lluvioso, desesperado y triste, entonces te sonará como el Blade Runner de Vangelis. Aunque esta banda sonora fue compuesta en 1982 para la película de Ridley Scott del mismo título, al escuchar este disco conviene olvidarse de que, en algún momento, esto fue talmente una banda sonora. Es tradición en los trabajos de Vangelis para el cine que, ni toda la música de la película aparezca en el disco ni toda la música del disco aparezca en la película. La primera edición en disco de la banda sonora de Blade Runner ni siquiera era de Vangelis. Hasta 1989 no incluyó por primera vez el 'Love theme' y los 'End titles' interpretados por el propio Vangelis en un disco recopilatorio propio Themes. Y hubo que esperar hasta 1994 para que se editase la banda sonora, interpretada por fin esta vez sí por Vangelis. Pero,  siempre a contracorriente, no sólo no incluía la mayor parte de la música de la película, sino que incorporaba temas que no se habían llegado a utilizar en ella, por lo que recibió fuertes críticas por parte de los puristas cinematográficos. En cambio, para los seguidores de la música new age, éste es uno de sus trabajos más apreciados.



               En Blade Runner, Vangelis crea con sus sintetizadores magistrales atmósferas de decadencia y melancolía con trazos de blues y jazz, más propios del género negro que de la ciencia ficción, aunque fuese a través de sonoridades no convencionales. Uno de los momentos más bellos de esta banda sonora , es este tema de amor “Love Theme” en donde al sintetizador de Vangelis se une con el saxo del músico de jazz británico Dick Morrissey.


                Blade Runner es una película de ciencia ficción estadounidense, dirigida por Ridley Scott, estrenada en 1982 y basada, lejanamente, en la novela de Philip K. Dick  ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? (Do Androids Dream of Electric Sheep? (1968)). Se ha convertido en un clásico de la ciencia ficción y precursora del género cyberpunk.


               En principio, Blade Runner no recibió buenas críticas por parte de la crítica y el público que se mostraron confundidos y decepcionados ante una película que no se atenía a las reglas del género y no tenía el ritmo narrativo que se esperaba de una película de acción. La película no obtuvo buenos resultados de taquilla en los cines norteamericanos, pero curiosamente logró un gran éxito en el resto del mundo. Con el tiempo, se empezó a apreciar su complejidad temática y cinematográfica y se convirtió en la favorita de los cinéfilos y el mundo académico y se ganó rápidamente el título de película de culto. Se la ha elogiado como una de las películas más influyentes de todos los tiempos, debido a su ambientación detallada y original, que sirve como un hito visual postmoderno con su descripción realista de un futuro en decadencia.

                Ese ambiente opresivo presente en el film, con la manifestación visual del poder de las transnacionales, la policía omnipresente, las luces de las sondas; y en el poder sobre el individuo. El control sobre el ambiente es observado a gran escala, pero también como cuando los animales son creados como meros artículos. También la película hace un uso intensivo de los ojos y las imágenes manipuladas, como llamadas de atención sobre la realidad y la capacidad de percibirla. Todo esto proporciona una atmósfera de incertidumbre para el tema central de Blade Runner: examinar lo humano. Para descubrir a los replicantes, se utiliza una prueba de empatía, con preguntas centradas en el tratamiento a los animales; esto funciona como indicador esencial de la "humanidad" de alguien. Los replicantes son puestos como personajes apáticos, y mientras que los humanos muestran pasiones y preocupaciones por otros, la masa de la humanidad en las calles es fría e impersonal. La película va tan lejos como para poner en duda la naturaleza del protagonista y obligar a la audiencia a reevaluar qué significa la esencia misma de ser humano.

                 Me toca ser parco en consideraciones ya que además de ser una obra maestra, es una de esas películas icónicas para más de una generación, con las que nos une una relación emocional excepcional.


                Ahora, se nos presenta de rabiosa actualidad porque se ha estrenado recientemente su secuela: Blade Runner 2049 y oportunamente se ha vuelto emitir el original en cine y televisión. Se ruega no compararlas demasiado. Aunque están evidentemente relacionadas, son dos películas muy distintas.

                Me atrevo a vaticinar que Blade Runner 2049 (Dennis Villeneuve, U.S.A., 2017) va a recorrer una trayectoria muy similar al original ya que se aleja radicalmente de todas las innumerables secuelas que Hollywood produce en cascada. Es capaz de defenderse por sí sola sin problema y no pretende compararse con la película de Ridley Scott de 1982. Denis Villeneuve, que ya se ganó el respeto de todo el mundo el año pasado con La llegada (2016), ha sabido darle la vuelta a lo que era, básicamente, un encargo para convertirlo en una de las mejores películas del año. Como el original sigue desconcertando su ritmo narrativo absolutamente acorde a las necesidades de crecimiento de la historia y los personajes. Es tan potente la construcción narrativa que impone Villeneuve -apoyado en una luz de otro mundo (literal) obra de Roger Deakins- que desde el minuto cero de la cinta, y hasta su término, uno no dejas de estar subyugado por la brutalidad y belleza extática de unas imágenes que, prácticamente, reformulan la ciencia-ficción contemporánea. Os recomiendo verla en pantalla grande, muy grande, en IMAX. A nuestro parecer, con el tiempo acabará erigiéndose también en un film totémico ¿o no?

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